La gran mayoría, conocéis mi afición a recopilar y ordenar imágenes, datos o anécdotas de la familia con el deseo de conservarlas y darlas a conocer. Para llevarlo a cabo la red de redes me ha puesto en bandeja este blog, una especie de diario personal que me permite actualizarlo y añadir información fácilmente; pero a estas páginas personales hay que ponerles un nombre y hace algún tiempo revisando fotografías antiguas encontré una que me llamó la atención sobre todo la dedicatoria que figuraba al dorso, pues decía que ese retrato iría a parar "... al baúl del niño Federico". La curiosidad me obligó a preguntar a mi madre y mis tías sobre él y me confirmaron que se trataba de una pequeña arca en la cual "Mama Rosario", guardaba todo lo importante y en esa época una fotografía lo era. Y pensé que ya tenía nombre para mi blog y además me permitía continuar con la tradición de conservar los hechos de la familia en un baúl, aunque ahora sea virtual.

Espero que me ayudéis a mantenerlo con vuestro seguimiento, comentarios y enviándome información para ampliarlo.
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sábado, 22 de mayo de 2010

UNA JOYA QUE NO TIENE PRECIO

Desde el mes de agosto de 2009 que tita Cari me dejó esta fotografía estoy trabajando en ella, y es que a mi entender es una joya, una pequeña gran joya que no tiene precio.
Lo primero por su tamaño, el original mide unos 7 centímetros de ancho por 3 de alto; segundo por su buen estado de conservación, tenía como es normal polvo, arañazos pero muy pocas arrugas y estaba bastante plana; tercero y fundamental, aunque tiene más de cincuenta años se nota que la hizo un profesional, de su época, pero un profesional y haciendo comparaciones con los tiempos actuales en los que apretamos con tanta facilidad el disparador de nuestras cámaras digitales me llena de asombro la quietud que tiene la imagen, pensemos que están retratando a nueve niños con dos adultos en un decorado durante las fiestas del pueblo en pleno mes de agosto y todos permanecen estáticos, hasta las columnas del templo griego, la guitarra y el caballo, lo clásico y folclórico mezclado.
Siempre me sucede lo mismo, pero cuando veo una foto así me traslado, mentalmente claro, al momento del disparo, pero también a lo que ocurría a su alrededor. ¿Os imagináis allí?, el estudio del retratista; una carreta tirada por un mulo y un toldo hecho con cuatro palos y una lona, decenas de personas esperando su turno, esas madres repeinando y atildando a sus niños y la paciente espera de estos, mirando de reojo a su prima, a su primo, a su amigo diciéndole con la mirada que él también estrena zapatos o camisa. Lo tienen todo en esa mirada, la bondad y la pillería, el respeto al casi sagrado momento de la fotografía y las ganas de terminar y empezar a correr y jugar por la plaza engalanada.
Y ahora analizando la imagen vemos a Bárbara y Cari, al cuidado de los sobrinos, debe ser el año 1954 o 55, estamos en la plaza del Villar durante las fiestas de agosto, por la ropa, y como si se tratara de un equipo de fútbol, pues son once, en la primera fila de derecha a izquierda a la prima Rosario, con cara y postura de estar muy enfadada o harta de posar para la foto; a Lolita, toda una señorita con su abanico, su reloj de pulsera y su bolsito, a continuación Mari Carmen y Loli idénticas excepto por esas pulseras que luce Loli en su muñeca y que parece que nos quiere enseñar sacando bien su brazo y el último de esa fila Gregorio, el primer nieto varón y como le corresponde, llevando las riendas del caballo no sea que el animal les de un susto a sus primas.
Detrás de ellos y de izquierda a derecha, tenemos a quién creo que debe ser Antoñi (pero tengo mis dudas) sentada encima de la oreja del caballo y sujetada por una chiquilla a la que conocemos por "tita Cari" con sus pendientes y collar de perlas, aunque la verdadera perla es ella, casi en el centro de la imagen se ha puesto Eduardo (como es tan chiquitín y tiene tan poca voz) que bien se está haciendo pipí o no sabe qué hacer para salir huyendo, detrás y más alta que nadie, Encarnación, bueno nuestra prima Nani, como siempre a su bola o mejor dicho a contarse los nidos de abeja o volantes que tiene su vestido, pero tranquilos que a Bárbara no se le escapa, ¡¡ si hace falta le arranca el brazo !! y Mariano Hernández tampoco se le cae y a ver quién es el guapo que le quita su reloj, el bolso o la rebeca.
Y siento mucho haberme extendido tanto en las explicaciones de esta foto, pero es que mi madre, mi tía Cari y mis primos es lo mínimo que se merecen.
A todos ellos solo me queda decirles: GRACIAS.
Gracias, de todo corazón por posar así ese día, pues imágenes como estas no tienen precio y nos ayudan a entender a esta maravillosa familia.

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